El Ebola se expande en Africa. En América está el chikungunya. En los países árabes, el MERS. No tienen tratamiento y son altamente letales. Ponen en jaque la seguridad humana.
Ya no son sólo las guerras, las hambrunas o las catástrofes naturales. La amenaza más latente que tenemos frente a nosotros son los virus que se transmiten de animales a humanos. El especialista en temas de seguridad global, Edgardo Buscaglia de la Universidad de Columbia, dice que es “la mayor amenaza trasnacional a la seguridad humana”. El Ebola está nuevamente descontrolado en Africa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió “medidas drásticas”. El virus avanza a razón de un 20% más de casos cada 10 días. Médicos sin Fronteras asegura que la epidemia está “fuera de control”. El centro de Control de Enfermedades Infecciosas (CDC) de Estados Unidos dice que el virus “evoluciona muy rápidamente” y que “se puede propagar como reguero de pólvora”. Los jefes médicos que combatían la epidemia en Liberia y Sierra Leona murieron. Dos estadounidenses, un médico y una enfermera de una ONG que atienden a enfermos infectados, dieron positivo en Liberia. Ayer, el doctor Kent Brantly fue trasladado al CDC de Atlanta en un avión especialmente acondicionado con una cámara de aislamiento plegable. La enfermedad para la que no hay tratamiento ni vacuna y tiene un porcentaje de mortalidad cercano al 90%, se detectó ya en cinco países africanos: Guinea, Sierra Leona, Liberia, Nigeria y Ghana aunque se concentró en los tres primeros.
Hasta ahora hay más de 1.300 infectados y 729 muertos, pero el virus avanza en zonas remotas donde no hay registros ni controles. Los afectados podrían ser varios miles más.
También, en los últimos días se desató otro virus letal, el chikungunya (la enfermedad del hombre retorcido, en idioma makonde de Tanzania y Mozambique), en varios países de Centroamérica y el Caribe y la semana pasada ya se detectaron casos en Florida y California. A su vez, el virus del sida retornó con mayor fuerza en una niña y un hombre que se creían curados. Y la OMS habla de las “superbugs” (los superbacterias) que se pueden desatar en cualquier momento porque se adaptaron a los antibióticos y ya no les hacen efecto. “Las bacterias van adelante de los descubrimientos de nuevos antibióticos”, dicen. “Podríamos morir de enfermedades que habíamos derrotado hace cien años”, agregan. Y en China está la prueba: hay un rebrote de peste bubónica en un pueblo que permanece aislado desde hace dos semanas.
El virus del Ébola apareció por primera vez en la República Democrática del Congo en 1976. Fue en una zona muy remota y se saldó con 280 muertos. Se creía que era una enfermedad traspasada de los monos a los humanos. Pero nuevas investigaciones dicen que los monos fueron las primeras víctimas de los murciélagos de la fruta que son los que desarrollaron el virus. En Africa Central esos murciélagos son un lujoso ingrediente en los guisos. No contagian con la ingestión sino cuando se los manipula en la cocina o en la caza. Ese se cree que fue el origen de la actual epidemia que comenzó en la zona de Gueckedou, en Guinea. El primer caso se registró el 2 de diciembre de 2013, tres meses antes de que las autoridades sanitarias informaran a la OMS. Ya se había desplazado por toda la Foresta Guineana y llegado a Conackry, la capital. En el Instituto Pasteur de Lyon, Francia, determinaron que se trataba de la cepa Zaire del Ebola, la más letal de las cinco conocidas. La historia registrada por la OMS de Mamadou, un empleado municipal de 33 años de Conakry que sobrevivió al Ebola, es un buen ejemplo de cómo ataca este virus. Se contagió manipulando ropa de unos infectados. No lo supo hasta casi tres semanas después. Para entonces ya había transmitido el virus a su esposa, su madre, un primo y un tío que vivían en su casa. Comenzó con un gran dolor de cabeza, dificultad para respirar y fiebre. A las pocas horas ya padecía vómitos y diarrea. Lo internaron en una zona aislada del hospital. Deliró por tres días y comenzó a tener hemorragias internas y externas.
Fluía sangre de sus ojos. Fue cuando internaron al resto de su familia pero no se enteró hasta que logró recuperarse y le dieron la noticia de sus muertes. Había comenzado a beber algo de agua y un suplemento energético sin vomitarlos. Una semana más tarde le daban el alta como sobreviviente del Ebola y abandonó el hospital para ir a una casa envuelta en la soledad. Sin embargo tuvo ánimo para dar un mensaje que impactó a sus compatriotas que están siendo llevados por los rumores y supersticiones sobre la epidemia: “No me fui al cielo. El médico que me curó me abrazó sin guantes y sin máscara.
Hermanos, podemos sobrevivir, soy la prueba ”.
De todos modos, Mamadou ahora sufre el estigma del Ebola. Sus vecinos no se quieren cruzar con él. En el almacén no le quieren vender comida. La superchería en estos países es tal que la semana pasada un ladrón se puso un poco de jugo color rojo en la boca y lo vomitó en el medio de un banco. Todos salieron corriendo y el tipo se llevó el dinero de las cajas. Las autoridades no pueden hacer entender a la gente que no deben lavar el cuerpo de sus deudos antes de enterrarlos como lo hicieron siempre. El virus se transmite por las secreciones del cuerpo. Y ese es el momento de mayor contagio. El doctor Rob D´Hont que dirige un grupo de 40 higienistas en Conakry dice que están usando 300 litros de agua clorada al 0,5% por día para lavar a cada paciente infectado. Pero aclara que el Ebola es más débil que otros virus como el del cólera, por ejemplo, que requiere usar lavandina al 2% para matarlo. Pero eso no detiene de ninguna manera el desplazamiento del virus. El liberiano Patrick Sawyer se lo llevó a Lagos, Nigeria, la ciudad más poblada de Africa. Llegó en un vuelo de la aerolínea ASKY. Sawyer murió en un hospital donde lo trataron sin saber qué padecía. Desde entonces buscan a todos los posibles contagiados, 59 personas que estuvieron en contacto con él, desde el agente de aduana que selló el pasaporte hasta las enfermeras. Están suspendidos todos los vuelos de esa aerolínea y de varias otras desde y hacia Liberia y Sierra Leona. “Esto si que es preocupante porque si el Ébola se desata en Nigeria llegará muy pronto a Gran Bretaña”, dijo el asesor de temas científicos del gobierno británico Sir Mark Walport. Y el primer ministro David Cameron cree que el virus es “una seria amenaza” para el país.
América está amenazada por el chikungunya. El virus comenzó a propagarse por las islas del Caribe a fines del año pasado y ya llegó a EE.UU. y México. La semana pasada se registraron veinte casos en California, diez más en Arizona y dos en el sur de Florida. El CDC de Atlanta informó que hasta el 29 de julio se registraron 601 casos que fueron tratados en territorio estadounidense, pero la gran mayoría de personas contrajeron la enfermedad en el Caribe. Los infectólogos creen que esta misma semana la enfermedad cruzará la frontera y México está en alerta sanitaria. También llegó a Venezuela. El ministerio de Salud de ese país confirmó 86 casos, un tercio en apenas cinco días y concentrados en la ciudad de Maracay, a 100 kilómetros de Caracas. En Puerto Rico se declaró ya la emergencia. El chikungunya provoca fuertes dolores musculares y si no se lo trata a tiempo puede producir la muerte. Los transmite el mismo mosquito que el del dengue. El primer brote detectado se produjo en Tanzania en 1952 pero fue a partir del 2004, con el cambio climático, que la epidemia se propagó por Africa, Asia y ahora ya está en 23 países de América. La OMS reportó hasta el año pasado unos 5.000 casos y 21 muertes pero las autoridades en Africa hablan de centenares de víctimas fatales.
Desde la península arábiga llega otro virus, el Síndrome Respiratorio por coronavirus de Oriente Medio –MERS-CoV, por sus siglas en inglés– que supuestamente proviene de los camellos pero que ya se transmite de persona a persona. Hay cientos de casos registrados en todos los países árabes y en mayo llegó a EE.UU. y Europa. Ataca las vías respiratorias y los infectados mueren por asfixia. La OMS tiene registrados 837 casos con 291 muertos. La última noticia preocupante sobre el MERS la dio el viernes Laurie Garrett, del Global Health: el virus puede vivir en el aire por un tiempo prolongado.
En tanto, los gobiernos comienzan a movilizarse para intentar que estos virus no aterricen en sus territorios sin entender que las fiebres hemorrágicas no tienen fronteras. En El Líbano –con 20.000 de sus ciudadanos viviendo en los países afectados por el Ebola–, se creó en el aeropuerto de Beirut un comité médico para detectar a cualquiera que pudiera llegar infectado. La OMS sostuvo el viernes una reunión de urgencia con los presidentes de los países de Africa occidental y anunció un fondo especial de US$ 100 millones para contener el brote. Un aporte muy importante en países donde se invierte en salud apenas US$ 40 por habitante por año. Las tropas de paz de la Unión Africana suspendieron toda rotación de su personal, pero desplegarán un batallón en la frontera con Somalia para intentar que no crucen personas infectadas hacia ese país. Pero la prueba de que ni las tropas ni los comités de emergencia son realmente efectivos es que dos ciclistas de Sierra Leona que habían ido a competir en los Juegos Olímpicos del Commonwealth fueron internados en Glasgow con síntomas del Ebola.
Los virus son como el agua, apenas encuentran un punto de fuga buscan la manera de seguir su curso. Y todo depende del estado de salud y la calidad de vida de la población a la que ataca. El doctor Eric Toner del Center for Health Security de Baltimore asegura que “para contener el Ebola hay que pensar en cómo proteger a los ciudadanos mucho antes de que llegue el virus. Es una cuestión de seguridad pública tan importante como la del terrorismo que tienen que tener en cuenta todos los gobiernos”.